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Es de noche, la oscuridad se presenta, el frío se aproxima, mejor preparase, antes de este castigo.
Una canción a lo lejos, una melodía celestial, se escucha con fineza, esa voz me arrulla.
Noches sin dormir, sin verte de nuevo, eres mi musa, quiero volverte a sentir.
Eres el amor de mi vida, eres mi sirena, que me atrae a tus encantos, a tu belleza, o mi perdición.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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Oh dulce invierno, cubres este mundo con tu manto blanco, ya se acerca esa estación, ya se aproxima.
Es la noche mas fría, es el momento indicado, la hora de las sombras errantes, el frío infernal me castiga.
Dulce manto blanco, dulce dolor invernal, mis venas sufren este castigo, este destino no lo esperaba.
La luna brilla esta noche, donde este frío, condena mi alma, a un vacío invernal.
Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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MEMORABLE ATARDECER
En todas las esquinas de la infancia aguardaban los recuerdos del invierno en primavera almacenados en un trozo de pan con mermelada y una ardilla en el bolsillo estaba administrando unas bellotas en la última lluvia de piedras verdes en el campo del maizal rebosante el corazón de elotes.
En la casa de adobes a la izquierda del entusiasmado álamo próximo a actuar en el teatro libremente movido por el viento ofreciendo una función sin protesta de los caballo azules cuándo alguno de ellos echando en olivos la situación inesperada de los arados lanzaba alado un relincho causando la impresión del arroyo más enfrascado en contemplar.
En los peñascos y la sedante quietud de los sapos y las tortugas en presencia del terrible aspecto y la negrura de unas cuevas ignoradas por el herrero en la satisfacción del alfarero con las botas de macetas junto a la puerta de los póstigos también azulado gris castigando las jaulas con las aves en el último escalón de la esquina de los pájaros aferrados dónde se podría ver una ventana.
Por el opaco vidrio lábil al apagarse la luz del sol al renacer interminable sobre las camas pausado lauro en la voz luz diligente tarde.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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TÉRMICA MUTACIÓN
Era el invierno en el techo, y en el verano era el lecho, primaveral y otoñal hecho, al reloj el fuego turbado.
¡Porqué vuelca al volcán volando!.
Y enrojecían brisa y piel, inclinada la pared mecía, reclinada la sonrisa flor, haciendo pétalos y carnes.
¡Aquéllo que habrías volcado pudiendo!.
Entre los perfumes los ardores. Dejan en la época opaca luces. Recogiendo del silencio perlas. Y del abismo mentiras que muerden.
¡Eso que más que volcaría volaría!.
Al papel de las sombras las sobras. En sobres sobrios agrios. Un rizo que así hizo a la risa. Cobre lágrima grave ajena.
¡Dónde vuelcan plumas en hojas palabra!.
La esperanza temblorosa del instante. Del eco tapizado ciervo cierto curvo. Por esas estrellas que sirven en vasos. Amores en piedras tristezas naranjas.
¡Dónde volcarían tintas letras pronto!.
En la corteza del pozo cereza mañana. En el techo que era el hecho. Un lecho de fuego hecho. Un hecho invernal veraniego.
¡Cuándo volcáremos la razón en acciones!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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N.I.C.T.A.L.O.P.I.A.
Entre los sueños que parpadean las noches, más allá de las pupilas de un espejo roto, con las alas breves de un latido prolongado, en el aroma que esconde su rostro cardinal, que hace de las plumas plenos vuelos.
Van las noches que ven las estrellas estériles. asesinas en la práctica del teatro del tesoro. del color intenso a pulpo con la destrucción. compasiva de la pulpa tetramorfa de su culpa. entre los cobres ingentes, más acá fervientes. del emblemático pasado, y de la caridad de una madera. entre los incendios que acuosa marca los descuentos a la razón en crisis gris, devorando las monedas, en manadas y mentira, en el culto a los perdones crueles del sabor.
Nocturno y visual el tapiz taciturno del tabaco es, porqué a la brisa sumisa estremece frágil el aliento que a la playa consuela contemplando la vibración de las miradas jugosas incisivas ya cuando la niebla se esfuma brillando evaporada.
Ver la noche con el sable del orbe insalubre solo ubicada a tres horas de la pubertad congelada. ¡Sí, sí!... Congelada angelada alojada alquilada, siendo escaso el fuego en el miedo del colágeno, de los órganos erectos, en veinticinco pisos lisos, a la altura de los ojos de medusas cariñosas caras y urticantes como besos retorciéndose rebeldes, tan ultrasónicos, tan en trance, tan torpemente, entre los cilíndricos centímetros tramas trágicas, que penetran fantaseando un lacustre lecho.
Por el peso que pasa un verso sonoro. Por el silencio encarcelado de un ojo. Una pestaña en la sombra saneada. Siembra los sueños en grato secreto. Cultivando al destino en dasatinos.
Solar un camino que empaña la mirada. Solar un adiós que engaña al denso velo. Del espejo desesperado por cada reflejo. ¡Verano en declive, primavera ingenua!. ¡Otoño inquieto, invierno impermeable!.
Himnos en gotas, que hacen olas, con tormentas, con suspiros. ¡Viendo solo noches!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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DIFUMINADO TAFILETE...
El futuro estuvo recordando anochecerse desocupando las pesadillas pasadas gris entre las botas diminutas el invernal enrejado entre los tibios ecos secos sin abrigo en los cabellos impares por el nombre de la tarde dueña que no importa a las botellas del tabaco despreciado allí por el humo recóndito ya de la mirada del viento que viste la vista rala que desnuda la ropa cultivando sequías pedestales islas momentáneas mecánicas marfiles largas púas lápidas lágrimas lastimeras lamentables pliegues plata El futuro estuvo Ingrávido sentado con el vacío anegado y las calles de amargas fiestas en un quizás sin ser y un simple tal vez recíproco y un dónde sólo palabras están entre las inquietas letras no escritas entre las mejillas de las hojas y el ojo en la cumbre del néctar peregrino y soñado en el aroma de noches lejanas y jardín núbil en la lumbre perenne del hielo y el duelo frágil Difuminado tafilete por los senderos del existirse
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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POR EL ACANTILADO FANTASMAL
Suspiros extendían al viento sinfonías, porqué me fui haciendo destino, destejiendo los otoños de una hoja, en la hora del invierno fuera, de la blanca noche de la nieve, en las flores del vaivén desventuradas.
Ilusionado clamo candoroso de la joya, ramas de sol astillas de luna, cánticos de estrellas y recuerdos, en el himno enamorado de los sueños. ¡Qué tiernos se borran y deshacen!. En el vuelo de una almohada adormilada.
Cristalino exclamo temeroso de la espera, hecha del delirio de un suspiro, con el idioma de un latido luminoso, en la fuente palpitante del instante, eco entre la luz enmudecida, humedecida mariposa que calla lento.
En éstas que te escribo, páginas doradas. ¡Qué se adhieren al olmo herido!. ¡Qué marcan las ventanas impaciente!. Incandescente del sonoro color frío, están las violetas de vírgenes alas, con la tempestad que se marchita.
Por aquéllos que dibujó, mieles paisajes, con el alba perfumada de murmullos, que pintaron al agua con sed amantes, sedas sanguíneas del alma sanas, latidos detenían al pecho enamorado. ¡Del hambre cándida del infinito ilusionados!.
Por Ser El Acantilado Fantasmal Acantilado.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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El clima se vuelve frío, la noche se aproxima ya, quiero volverte a ver, quiero sentir la calidez de tus labios. El cielo se torna gris, el sol no se deja ver, es un día perfecto, es momento de la gran noche. Helados vientos soplan en mi cara, el frío me hace temblar, la calidez en tu interior busco, la calidez de tus labios. Es un clima brusco, un clima que a veces es bello, otras veces mortal, solo quiero verte amada mía. Quiero sentirte otra vez, juntarnos toda la noche, contemplar el invierno, que pronto se acabará. Erick R. R. Torres (Angel Negro)
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Poeta
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La noche esta por llegar, la luz y la oscuridad, surgirán con mas fuerza, el año se acaba. Un día mas, para el fin de año, es el momento, la luna saldrá con fuerza. La noche comienza, la medianoche se acerca, no hay marcha atrás, para el final. La hora llega, las doce campanadas llegan, una y otra vez, el comienzo del fin llega. Erick R. R. Torres (Ángel Negro)
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Poeta
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DESVALIJADOR AGRESTE
Por el destino ladrón se levanta un regalo azul, con miles de polvos yertos bajo el suelo rojo, en la bañera dónde anida cada luna dulce, excesivamente láctea en almíbar insomne, con el sol del invierno entre las piernas ya.
¡Desvalijador del polvo divino en fuga!. Agreste. Pedestre. Rupestre. Terrestre.
Agreste, del haber sembrado, miles de almas en las nubes, ¡Con la historia campaneando sola!. En la tierra que cultivó calaveras en familias.
¡Desvalijador del mismo espíritu humanista!. En la insolación del puerto en la isla indefensa. Porqué cada vez al otoño busca encender óseo. Siendo cargador amargo del desencanto intérprete. En la noche que publica el ser injuriado sin sangre.
¡Ebrio el mismo torbellino le recuerda en todo instante!. Aún antes del cómplice camino del trigal sobre charcos. ¡Eritrocíticos inocentes desamparados evidentes miles!. Por el sentido del absurdo, con los jardines del metal. Por todo el ambiente donde sucumbió el silencio indemne.
¿Quién hay qué las huellas eternas enmascare y refrene?. Porqué las gotas beben, asustadas del frío, que al hielo abandonan. En la obra del fracaso, donde al mismo infortunio pasma, infame ya. Muy por encima del ser visto con todo el despliegue enjugando volátil. Entre tantos que hicieron, del haber nacido sin motivos mañana velados.
Desvalijador, de las cuatro voluntades, con todo el sonido dulce amarillo. En el parque inmediato del saber blando, pensando detener al viento. Con el arte automático del equivocarse solo, en lo indefendible, injustificable. Con todo lo ladrón de los alientos del polvo hoy, gratuitos años ingratos. Con la responsabilidad del lujo abaratarse, cualquier vida, altanero ruinoso.
Desvalijador agreste al mismo cielo embiste y viste de luto innúmero. Con toda la reducida satisfacción del opresivo naranjal en secas venas. Prestigioso prestidigitador de lápidas, cenizas y panteones, tiernos inocentes. Con el olor dolor de todas las paredes y techos sepultados entre la cuestión. ¡Pasiva la oruga, sin freno el suelo, dócil en la experiencia del cepillo una lombriz!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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