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ESTELARIDAD
Esas nubes que queman dulces, tejen alfileres blancos de fiebre.
Esas nubes quemadas, iluminan los musgos amarillos.
Donde el aire arrinconado se esconde, se tropieza, se viste, se ahoga.
Y la luz, en el rebaño solo sueña cangrejos, canguros de nieve desdentada, camaleones agitando palmeras, camas de sombras y pañuelos.
Y el agua, tiene las mejillas punzantes, tiene las hormigas dormidas, tiene las noches sonrientes, tiene las migajas danzantes.
¡No, no!. El ciervo sirve ginebra. El oso desayuna enlunado. La llama apaga fumando. La rana se pone plana.
¡Sí, sí!. Por el desierto de saliva. Por el concierto de sangría. Por el rostro de rabia. Por el rastro de reja.
Aunque los espejos expriman, los volcanes confundidos, temidos, helados, alados, curvados, domados, oprimidos, dormidos, engañados, salados, azotados, olvidados, enviados, dados, jugados.
En lágrimas de pez y juncos, y gusanos y algodones y ríos, con los gemidos en columnas, con las espinas en cenizas, con los dedales sin ventanas, sin arena sin ojales sin puertas.
Mira los números, la lana dura, la sangra seca, la carne obscura, el tumulto solo, el camino quieto, los últimos jardines calientes, las incansables hojas postreras, los cementerios ebrios desnudos.
Estelaridad... ¡Oh, estelaridad!. ¡Cuantos ojos sordos!. ¡Cuantas pieles mudas!. ¡Cuantos oídos ciegos!. ¡Cuantas lenguas enroscadas!. Estelaridad...¡Oh, estelaridad!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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CULTIVA LA CAUTELA
Si el ensueño venturoso devanea. Y el corazón gime de amargura. Por desprender al cielo una estrella. Que nada dice de la noche. No escribas con su eco. No arranques la soledad nacida. No pierdas sus dulces nieves. Mucho verano mata el invierno. Si al fondo obscuro lo confunde. Que la espina espigue sus espumas.
Si la turbada vista alcanza. Dales vivo ejemplo y viejos nombres. Más sublimes prodigiosos y frugales. Con la férvida corriente en remolinos. Entra ardiente en la sonrisa. La magnánima natura fúlgido lucero. La pureza de la aurora derramando. Hoy solícita con dulces dones. Si el amor está en la sacra esfera. Con los brazos de la mañana calma.
Si el noble rostro asoma. Hoy que miedo causa el pasado. Al verle escaleras al tropel silencio. Y el severo semblante muda. Cuídate muerte afable absorto. El torrente asorda cualquier iris. Y la inspiración agita la mano impía. De abandonos y abusos que crecen. Si el ancla la nave desdeña. Y agreste teje su destino. La cautela cultiva.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SOBRIO Y BENÉVOLO
El polvo de la nada espera comer la mesa, del hambre de la cuchara exiliada la tarde, del mimbre de la cáscara verde la silla, del timbre de la casa sola la ventana.
Porque ya el cansancio del agua corre, humedecido el camino del destino yerto, fiel entre la piel del viento alegre, miel entre la hiel del aliento amargo.
Con el silencio que teje las canciones, del sabor de las noches difíciles, del dolor de las espadas olvidadas, del tiempo de las piedras encontradas.
Por las manos de los martes, entre los lunes de las lluvias, que brindan los tibios luceros, a las noches atrapadas y asustadas.
¡Sí, sí!. Mira como vuela ese sueño, escondido en las campanas gastadas, en las lágrimas inútiles del recuerdo, del brazo que carga la luna.
Ya fosforece el palpitar de los huecos, de los tibios ecos de los laberintos, en las dulces pupilas que las palpan, en los viejos tiempos que no mueren.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Al tiempo perdido
El aire vio por la ventana. El sueño de una almohada. Dulce. La noche de un recuerdo. Salado. El llanto de mil muertes. Volando. El grito de cien retinas. Mordidas. Por una ebria uva. ¡Monstruosidad!. Corbata de baja estatura. Infame.
Al tiempo perdido. Sin remedio. ¡Qué al mismo mal asusta!. ¡Qué al mismo sol deja ciego!. ¡Qué a la muerte hizo llorar!. ¡Qué a la tierra oculta el mar!. De la sangre. Del olvido. De la justicia. Del tiempo.
Perdido. Perdido. Perdido. El corazón del aliento. La sangre del inocente. El alma del indefenso. La mirada del pasado. Vive respirando de nube a nube. Despierta con cada luna.
Al tiempo perdido. Paralítico. Durmiendo alas. Pesadillas. Durmiendo alas. Consciencias. Por tener la esperanza muerta. Donde el ahora al mismo ayer oculta. Donde el pasado vive. Cruelmente. Por el mismo pasado que renace sin futuro..
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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VEHEMENCIA ONÍRICA
De tiempo en tiempo Espinas dulces Las noches sueñan Sus almohadas Códigos de conchas y cobijos Con la íntima inundación Que despierta el camino incierto por el pasado De la desnuda verdad a ratos que no espera recordar al sol en la mañana descubierta entre los sueños doblados por ser ingrata y rara vez perseguida.
Ahí, donde el ignorar puede mantener la ignorancia vigorosa factoría del extravío factible dibujando diálogos dictados diligentes porque intenta impedir que esto acontezca entre auroras tristes en las migajas de luz del futuro desconocido. ¡Sí, sí!... Donde ya solo se escuchan las voces de embaucadores y embaucados encajados enérgicos enfados enfriados ensueños en la misma sombra de su cueva cultivando curvas del milagro turbio tunante turbulento tutelado por el presente tatuado tablero taciturno en el mármol tímido timón tirante titubeante.
¡Vehemencia del dormir entre los sueños!.
En las nubes alegres. Con la fragancia adulterada por el sutil fondo de las noches falsas dogmáticas domésticas dorados dormitorios contagiados del presente informe idóneo infame impasible inmenso inmisericorde imperativo de las mil manos invisibles de las cien noches tiernas y envejecidas. ¡Qué callan cayendo del suelo al cielo!.
¡Oh, vehemencia, onírica vehemencia!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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REALIDAD AZUL
El beso azul de los recuerdos. Vive en la aurora de los sueños. Despierta la primavera. Del olvido. Del valle frío. Del corazón de noble roca.
Una sonrisa tierna. Entre las dulces pupilas. Flores de brisa fresca. Sombra protectora de
Las horas tibias. Los años del bosque amigo. Los caminos cristalinos, una nube. Vuela la noche entre las hojas.
Del tiempo recuperado. De la esperanza nueva. Del elixir de la prudencia. Del perfume de la cautela.
Por el suelo que esta sangrando. Por las lápidas que siguen llorando. Por el anhelo que murió. Por las almas que se perdieron. ¡Con toda la dignidad humana!.
En la calle. En el aire. En el mismo verde del verano. La realidad azul se hizo gris celeste y evidente.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Taciturna catarsis (Texto Neosurrealista)
Por atrapar los mañanas en un recuerdo de párpados nocturnos en los dulces labios del silencio en las manos cálidas del sueño donde el eco ansioso merienda un plácido silencio como hirviente cascada que desgarra.
Entre las noches un fuerte huracán que asoló islas, como la negación, la culpa, y todas las etapas del duelo, alimentado por cálidas aguas, junto a una zona arrasada por el fuego de la muerte, la ignorancia, y la indiferencia de las rocas impacientes, por los riesgos de la autopista, mientras caminaba sonriendo, trabajosamente hasta el buzón sepultado por la nieve. Encontrando una razón más para disfrutar del fracaso, que enriquece, la insensibilidad, del despojar al semejante de sus bienes, con todas las comodidades modernas, y el perdón a la vuelta de la esquina, decorado con monedas, como un terópodo depredador, pequeño y ágil, y el hábito de incubar polémicas suculentas, y controversias apetitosas.
En la virtud encendida y derramada la carne del fuego forja vientos en el íntimo fulgor del momento prematuro por el roce inadvertido que rosa y goza el clavel por las orquídeas.
Cavando en el pasado, con las pestañas que resuelven las incógnitas, hasta las mismas raíces de lo increíble, como animales mesozoicos jamás descubiertos, por un dátil codificado como tomate, ni por las siluetas de las nuevas nubes, con techo de paja y pequeños pastizales, preocupados por el propio cabello, que flota cuando las campanas dejan de sonar bajo el acantilado de acacias. Expulsar de raíz a las corbatas y camisas infames, es el canto, es la clave, es el tesoro ataviado con saco negro, como el cinodonte del Pérmico tardío, con patas torpes y sangre fría, por las cordilleras montañosas y los riscos agrupados... Sigilosa la noche serpentea bajo una almohada...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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INFILTRARSE AL ESTROPICIO
Cuando la ceniza muere de mar vertical. El pájaro corroe cubriendo rinocerontes. Porqué en la pradera vuelan los relojes. En armonía del infiltrarse al estropicio. Del hombre frasco al sol una mejilla. Diciendo hojas al otoñal refugio grave. ¡Cada mariposa tiene cocodrilos dientes!.
En la copa una distante maleta. ¡De la jirafa qué un leopardo merece!. Por morir imaginando cuatro dulces hormigas. En la soledad qué cubre camas a cucharadas. En los techos del olvido qué no termina una pijama un pétalo traga. En el tiburón sonriente la tortuga tibia. Por eléctrico agujero. Infiltrar se entre los besos espirales. ¡Al vértigo caldeado del vigor áureo!. Desnudando. Al Destino inmortal recuerdo. ¡Noche y día!. En la retina rebelde luz de las pestañas. Un escritor de colores al perder un verbo, en el título qué exclama. ¡Animales desnudos!. Y con los insectos hablando unas sillas ríen. Tan fuerte, como impresas tienen el sabor.
¡Del nutrir la clara mata un huevo llama!. Por el íntimo permanecerse ajeno a cada rato. En el fondo del porqué dónde nace sin misterio, la memoria del centavo tejiendo incertidumbre. Al prudente clavo, del tono anaranjarse pálido. ¡Más inmortal entre una mínima eternidad frágil!. Estropicio, es tropicio del dormir atropellado. En el camino perplejo de apretones. Desvistiendo. Al Transparente asombro yerto. ¡Siglo a siglo!. Con la clara confusión que oculta se denuncia. ¡En el permanente secreto más evidente!. Con la fruta de los ídolos equívocos. En la discontinuidad opaca del ópalo quedarse. Del hastío, del estropicio, propicio es, infiltrarse.
Del hastío. En vigoroso vuelo joven. El claro alondra el frío. Donde mudas flores sin nueces suenan. ¡Al malsano licor matinal en cuarentena!. Sereno nadador. Por la esfera de los valles voluptuosa blancura. ¡Surge minuciosa cada erupción!. Tan cifra literal, lateral del litoral. Una carreta descortés alumbra. ¡Al ínfimo descansar pulsátl!. Haciendo lombrices águilas. De puntas patentes parcas. ¡Ventas, jabón jamón cartas virtud del tiempo!. ¡Ratas, ratón rudo enredadera virtual del humo!. En la opinión amarilla del nopal un pordiosero. Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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Albura y Alborozo
Amanecí en la gota del sueño del violín que teje con vidrios una mariposa dejando caer una nube una luz una noche con cada aire que hilvana lleno de gardenias entre corderos azulados tres claveles entre aceites rosados una orquídea entre deleites morados.
Alborozo Y Albura. ¡Simultáneos, prolongados!.
A lo lejos el río de porqués calla, en la sonrisa del lago despierto, con la flecha tierna y dulce. Y el viento libre de huecos. Y el aliento bañado de vida, en la ventana de arena de rojo, del muslo del fruto del mango.
¡Simultánea albura!. Y ¡Prolongado alborozo!.
En el subterráneo del otoño verdeando, bajándose la falda el volcán se derrite, petrificándose ardoroso el sol cercano, penetrando la luna lábil luna dulce dulce, miel al borde del eco del tiempo inmóvil, del añejo suspiro goteando fértil vórtice, por el fuego en su lecho lácteo y benévolo.
Y ¡Simultáneo alborozo!. ¡Prolongada albura!.
Desde la fragua del tronco a las ramas. Ondulantes las nubes tejen pestañas. ¡Dónde el brillo vuelve a sus pupilas!. Perentorio edén renacido oportuno. Por volver a las retinas sus colores, a sus sabores mieles palpitantes. ¡En esa tierna mañana que me hizo la colmena!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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MANZANA DE FUEGO
En la manzana de fuego el amor, teje las nubes. Días y noches.
En el hogar de la primavera. ¡Un sueño de mil colores!.
En las dulces mariposas de piel y miel. En las raíces de las mañanas. En las hojas de la aurora. ¡La manzana teje al aire rojo!.
Tormenta del cálido viento de azúcar. Donde el dolor verde nace.
Y el tiempo amarillo guarda el otoño. En la sombra de las ilusiones perdidas.
Las estrellas construyen las tardes. Con el canto de los huertos. En el aliento de las frutas. En el desnudo de los sueños.
¡El fuego es de nácar!. El amor fabrica nubes.
En la manzana de fuego. ¡El fruto es el futuro!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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