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Me cuesta mirarte a los ojos porque tú, en los míos ya no te miras sólo danzas, y en cada giro que das mi dolor se acrecienta. ¡Cómo explicar que tú estás aquí… pero no estás! que la música vive en ti, en tu negra cabecita que otrora, con amor acaricié. Recordando vas quizás, melodías que un día… entre risas y besos, juntos bailaramos, dibujando con pasos maestros corazones en la alfombra. Con perturbado ritmo danzas soñándote ballerina, en la mano, ramo de flores muertas, el último que dejé en el jarrón aquel. ¡Para qué quiero la cordura... si la razón, barrera infame, me separa de ti! cada día muero, mirándote bailar feliz en libertad, mientras yo, me consumo en soledad. ¡Que maligno sentimiento, golpearía así tu mente… alejándote de la realidad! mientras yo desfallezco sintiéndote cerca, pero ausente. Gira en tu mundo mi vida… sueña que bailas conmigo, baila!! baila!! que mi desventurado consciente me atrape y me devore, y me acerque a tu idealidad. Delalma Lunes, 11 de octubre de 2010
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Poeta
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El varón que tiene corazón de lis, alma de querube, lengua celestial, el mínimo y dulce Francisco de Asís, está con un rudo y torvo animal, bestia temerosa, de sangre y de robo, las fauces de furia, los ojos de mal: el lobo de Gubbia, el terrible lobo, rabioso, ha asolado los alrededores; cruel ha deshecho todos los rebaños; devoró corderos, devoró pastores, y son incontables sus muertes y daños. Fuertes cazadores armados de hierros fueron destrozados. Los duros colmillos dieron cuenta de los más bravos perros, como de cabritos y de corderillos. Francisco salió: al lobo buscó en su madriguera. Cerca de la cueva encontró a la fiera enorme, que al verle se lanzó feroz contra él. Francisco, con su dulce voz, alzando la mano, al lobo furioso dijo: ?¡Paz, hermano lobo! El animal contempló al varón de tosco sayal; dejó su aire arisco, cerró las abiertas fauces agresivas, y dijo: ?¡Está bien, hermano Francisco! ¡Cómo! ?exclamó el santo?. ¿Es ley que tú vivas de horror y de muerte? ¿La sangre que vierte tu hocico diabólico, el duelo y espanto que esparces, el llanto de los campesinos, el grito, el dolor de tanta criatura de Nuestro Señor, no han de contener tu encono infernal? ¿Vienes del infierno? ¿Te ha infundido acaso su rencor eterno Luzbel o Belial? Y el gran lobo, humilde: ?¡Es duro el invierno, y es horrible el hambre! En el bosque helado no hallé qué comer; y busqué el ganado, y en veces comí ganado y pastor. ¿La sangre? Yo vi más de un cazador sobre su caballo, llevando el azor al puño; o correr tras el jabalí, el oso o el ciervo; y a más de uno vi mancharse de sangre, herir, torturar, de las roncas trompas al sordo clamor, a los animales de Nuestro Señor. Y no era por hambre, que iban a cazar. Francisco responde: ?En el hombre existe mala levadura. Cuando nace viene con pecado. Es triste. Mas el alma simple de la bestia es pura. Tú vas a tener desde hoy qué comer. Dejarás en paz rebaños y gente en este país. ¡Que Dios melifique tu ser montaraz! ?Está bien, hermano Francisco de Asís. ?Ante el Señor, que todo ata y desata, en fe de promesa tiéndeme la pata. El lobo tendió la pata al hermano de Asís, que a su vez le alargó la mano. Fueron a la aldea. La gente veía y lo que miraba casi no creía. Tras el religioso iba el lobo fiero, y, baja la testa, quieto le seguía como un can de casa, o como un cordero. Francisco llamó la gente a la plaza y allí predicó. Y dijo: ?He aquí una amable caza. El hermano lobo se viene conmigo; me juró no ser ya vuestro enemigo, y no repetir su ataque sangriento. Vosotros, en cambio, daréis su alimento a la pobre bestia de Dios. ?¡Así sea!, contestó la gente toda de la aldea. Y luego, en señal de contentamiento, movió testa y cola el buen animal, y entró con Francisco de Asís al convento. * Algún tiempo estuvo el lobo tranquilo en el santo asilo. Sus bastas orejas los salmos oían y los claros ojos se le humedecían. Aprendió mil gracias y hacía mil juegos cuando a la cocina iba con los legos. Y cuando Francisco su oración hacía, el lobo las pobres sandalias lamía. Salía a la calle, iba por el monte, descendía al valle, entraba en las casas y le daban algo de comer. Mirábanle como a un manso galgo. Un día, Francisco se ausentó. Y el lobo dulce, el lobo manso y bueno, el lobo probo, desapareció, tornó a la montaña, y recomenzaron su aullido y su saña. Otra vez sintióse el temor, la alarma, entre los vecinos y entre los pastores; colmaba el espanto los alrededores, de nada servían el valor y el arma, pues la bestia fiera no dio treguas a su furor jamás, como si tuviera fuegos de Moloch y de Satanás. Cuando volvió al pueblo el divino santo, todos lo buscaron con quejas y llanto, y con mil querellas dieron testimonio de lo que sufrían y perdían tanto por aquel infame lobo del demonio. Francisco de Asís se puso severo. Se fue a la montaña a buscar al falso lobo carnicero. Y junto a su cueva halló a la alimaña. ?En nombre del Padre del sacro universo, conjúrote ?dijo?, ¡oh lobo perverso!, a que me respondas: ¿Por qué has vuelto al mal? Contesta. Te escucho. Como en sorda lucha, habló el animal, la boca espumosa y el ojo fatal: ?Hermano Francisco, no te acerques mucho… Yo estaba tranquilo allá en el convento; al pueblo salía, y si algo me daban estaba contento y manso comía. Mas empecé a ver que en todas las casas estaban la Envidia, la Saña, la Ira, y en todos los rostros ardían las brasas de odio, de lujuria, de infamia y mentira. Hermanos a hermanos hacían la guerra, perdían los débiles, ganaban los malos, hembra y macho eran como perro y perra, y un buen día todos me dieron de palos. Me vieron humilde, lamía las manos y los pies. Seguía tus sagradas leyes, todas las criaturas eran mis hermanos: los hermanos hombres, los hermanos bueyes, hermanas estrellas y hermanos gusanos. Y así, me apalearon y me echaron fuera. Y su risa fue como un agua hirviente, y entre mis entrañas revivió la fiera, y me sentí lobo malo de repente; mas siempre mejor que esa mala gente. y recomencé a luchar aquí, a me defender y a me alimentar. Como el oso hace, como el jabalí, que para vivir tienen que matar. Déjame en el monte, déjame en el risco, déjame existir en mi libertad, vete a tu convento, hermano Francisco, sigue tu camino y tu santidad. El santo de Asís no le dijo nada. Le miró con una profunda mirada, y partió con lágrimas y con desconsuelos, y habló al Dios eterno con su corazón. El viento del bosque llevó su oración, que era: Padre nuestro, que estás en los cielos…
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Poeta
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En esta noche de emociones fúnebres, evocaré la muerte para que me encuentres, y en esa senda oscura por donde te fuiste, escucharás las notas de mi canto lúgubre.
Me beberé el veneno que de tu recuerdo brota, en mi obseción por conquistar las sombras, y en esa ausencia de esencia y de materia, uniré a tu muerte, mi voz y mi miseria.
Me perderé en el tiempo que ya no existe, con tu recuerdo en la penumbra de mi mente, y en esa tumba fría donde te escondiste, vendré a esconderme contigo...para siempre.
Me abrazaré a tu cuerpo con morboso intento, envuelto en este efímero sueño de embelesos, tomaré tus manos en mis manos y mi aliento, le dará vida y calor al hielo de tus huesos.
Por un momento sentiré que has regresado, del viaje eterno al que te forzó el destino, y con ternura, en un susurro te diré !Te amo! Y con un largo suspiro, marcharé contigo.
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Poeta
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Tu ilusión se diluye en lágrimas, que me abandonan, igual que haz hecho tú...
Como una diosa, indiferente y pagana, azotas mis sueños con el vendabal de tu huida, los azotas y los arrastras, dejandolos abandonados a su suerte en medio de esta borrascosa soledad...
Y yo, inocente y confuso mortal, sacrifico tu olvido en mi recuerdo y me dedico humildemente a adorarte, entregándote como ofrenda cada noche mi inutil y gastada tristeza, que vive llorando el vacío de lo que no volverá...
Juan Leandro Alzugaray
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Poeta
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Escalando recuerdos he llegado a la cima de la nada… y nada he encontrado.
Desorientado sin tu guía, cansado de tanto tiempo perdido, me detengo a observar el camino...
Me pregunto porqué tantas preguntas, pero mis respuestas se desvanecen...
- Será la niebla, me justifico, La niebla que todo lo confunde...
O será que desde aquí, desde la cúspide de esta soledad el gris de los colores dibuja pacientemente tu retrato recordándome que el nunca es para siempre y que el jamás solo se refiere a un recuerdo, a tu recuerdo, imposible de olvidar...
Juan Leandro Alzugaray
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Poeta
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¡Te quiero!, te decía enamorado... ¡Yo te amo!, respondías con fervor, Tu te quiero es cariño limitado... Mi te amo, es por siempre eterno amor
No mi vida, te decía replicando, mi te quiero obnubila la razón, si solo pienso en verte cuando, y mi mente desborda de ilusión...
Pero un te amo es todo lo que espero, mis oídos te lo ruegan, por favor... Contestabas que te quiero es pasajero Y un te amo… verdadero amor
Entonces te regalé de mi boca mil te amo desbordantes de calor, igual toda expresión era poca... ¿Convertir en palabras tanto amor?
Hoy, el tiempo, que lento ha pasado, demuestra que trampas siempre conoció, hace años tus te amo se ha llevado pero de llevarse mis te quiero olvidó...
Porque mi te quiero pasajero sigue vivo aunque tu te amo eterno se murió... perdóname si entenderlo no consigo Finalmente... ¿Quien de ambos más amó?
Conclusión...
No te pierda la palabra adornada que te inventa un castillo de ilusión muchas veces se regala de la nada y termina olvidada en un colchón
Porque ninguna palabra representa lo que dentro siente el corazón un te quiero, un te amo, esta en venta en cualquier puerto, esquina o callejón
Si quieres asegurarte quien te ama no confundas sexo con amor, ni te guíes por la forma en que te llama quien te pinta mil peces de color
Por eso, si el amor es verdadero, deja que te llame como decida, porque te amo es lo mismo que te quiero cuando el sentimiento es de por vida
Y para ti, dueña de un te amo pasajero que en tu vida tengas lo mejor, ojalá encuentres un cariño, que sincero, te de un te quiero como el mio, eterno amor
Juan Leandro Alzugaray
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Poeta
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Mi corazón para tí tiene una queja,
Pues quien ama nunca deja...
Será por ello que mi alma no perdona,
pues quien ama nunca abandona...
Juan Leandro Alzugaray
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Poeta
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"Velas de amor, en golfos de ternura vuela mi pobre corazón al viento y encuentra, en lo que alcanza,su tormento. Y espera, en lo que no halla, su ventura, viviendo en esta humana sepultura Engañar el pesar es mi contento, Y este cilicio atroz del pensamiento, No halla un linde, entre el genio y la locura, ¡Ay! en la vida ruín que al loco embarga, Y que al cuerdo infelíz de horror consterna, Dulce en el nombre, en realidad amarga. Solo el dolor con el dolor alterna, Y si al contarla a días es muy larga, midiendola por horas es eterna."
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Poeta
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¡ Qué verdadero dolor y qué apurado sufrir ! ¡ Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor!
¡Qué cuidados a millares! ¡Qué encuentro de pareceres! ¡Qué limitados placeres y qué colmados pesares!
¡Qué amor y qué desamor! ¡Qué ofensas! ¡Qué resistir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor!
¡Qué admitidos devaneos! ¡Qué amados desabrimientos! ¡Qué atrevidos pensamientos y qué cobardes deseos!
¡Qué adorado disfavor! ¡Qué enmudecido sufrir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor!
¡Qué negociados engaños y qué forzados tormentos! ¡Qué aborrecidos alientos y qué apetecidos daños!
¡Y qué esfuerzo y qué temor! ¡Y qué no ver! ¡Qué prevenir! ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor!
¡Qué enredos, ansias, asaltos, y qué conformes contrarios!
Y que no hay muerte mayor que tenerla y no morir. ¡Qué mentiroso vivir! ¡Qué puro morir de amor!
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Poeta
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