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ODA A UN DESLAVE
En la cadena clava la espina gotas del pasado resbalando, con firmeza trozos rotos del olvido andando como piedras del dormir al despertar abundante tejedor de las campanas palpando el polvo al agua el cabello verde mordiendo la espuma como dura un minuto de silencio... ¡Deslave, clave!.
Ante el trueno enmudecido entre las cosas sudorosa piel del sol telarañas de sal inquieta en las olas negras del otoño en el plumaje. ¡Sílabas pálidas!... ¡Llave, suave!.
¡Deslave árido!. Pintando azul al cielo bajo el bosque que aplana el fuego que desde entonces cambió la vida que desprendió de los rincones las escaleras abandonadas. ¡Alas libres!. Donde se cosechan relámpagos en racimos en cenizas en anhelos... ¡Suave, llave, clave!.
¡Deslave, oh, árido deslave!. Roja semilla sin saberlo la neblina que recuerda el vaivén del callejón solitario donde danzan los suspiros en el pecho que llueven tantas plumas. ¡Aves tintas vuelos bajos!...
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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UN ARCANO HETEROGÉNEO
Quería volar, y se fue de leopardo vestido con el presentimiento de que el medio esponjoso quedaría asombrado en las retinas. Hacía varios días que estaba muy tranquilo. Ni él mismo sabía lo que describían los timbres postales falsos terminados en casa. Ni de las lágrimas petrificando sueños presos. De vez en cuando, por un momento, el espacio crecía y se achicaba entre resortes sorprendidos al salir de las realidades alternas, retrasando el destino con descuido, como la mirada de un ciprés al cielo que ha mandado parar al sol alerta y puro.
Otras veces caminaba asido a circunstancias incandescente, ensimismado, deslizándose en los velos despojados de la música perdida, en un claro enrejado bajo las nubes provocando un torbellino con la disciplina de las generaciones por venir, inclinando con su peso la llanura de sus pupilas. Quería imponerse, a fuerza de ignorar las excursiones masivas a las interioridades ajenas, abriendo y cerrando las ventanas triangulares y sus palcos. Que caminan sobre el dorso de las olas.
__¡Lo mejor es no pensar en ello!__ Se dijo calladamente al empezar a brotarle el par de alas negociadas en la noche por el largo camino de las nubes.
Estuvo mucho tiempo sumergido en la cabeza de la estatua colosal, ahí donde vio dibujado su rostro con inscripciones destruidas por terremotos y mareas. Algunos las explicaban desparramando promesas de saberlo por haber desatado misteriosas correspondencias.
Conocedor de la profundidad del absurdo, y decorado además por las nítidas paradojas rechazando amablemente la acusación de los celos profesionales. Como los bosques ignotos bajo el cabello cano y escaso.
Los días siguientes no fueron diferentes al mes anterior, en la vorágine incesante del espacio mínimo comprado en las calles como historias verdaderas, a los rostros anhelantes en el cementerio de los pozos. Parecido al fruto de una huerta de casa embrujada, acompañado del tiempo sin fin, con el dulce placer del deseo todavía en espera.
Todo había andado excesivamente bien como el alfabeto fonético más antiguo que se conozca, desde la pintura rupestre de los perturbados caracoles marinos creados por las corpulentas bacterias sin tomar en consideración la edad en forma de pirámide que salta evocando a los parásitos por el desconcierto de la imagen mencionada.
Pero todo ello solo duró unos minutos, fue un vértigo verdoso en un claro de selva nadando en el aire. Como el ritmo rotundo de múltiples piruetas, apretando en la garras un cerebro potente que electriza su espacio y maravilla la tierra.
Súbitamente, la roja luz lunar perdió mucho de su intensidad. En ella aparecieron visiones apacibles mecedoras de penumbras en una especie de preámbulo magnánimo, representando la sonrisa doblada por los años con las llamas de la espalda a los talones.
___¡Claro qué les diré todo lo qué pasó!___ Pues los vidrios de las ventanas se han fundido liberando las escaleras que permiten llegar al fondo del lago escondido en la piedra de la que sale la voz, y agita la luz intensa en el hervor general de la nieve, en el inmenso territorio inacabado del resto de la vida.
Por otra parte, ya no quiero volar, y mucho menos vestido de leopardo con el par de alas baratas cinco horas después de aquel suceso que claramente he olvidado por ver el oxígeno atómico eliminando el hollín de las pinturas de mis memorias antiguas, resultado del buen cuidado que me dan en este museo, ahora mi hogar permanente. __¡No obstante, hablaré esta noche con Seth!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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FRAGOR INSÓLITO
Será en el ayer El ruido de la montaña perdido en la noche Porqué al desdar habrá entrevisto. ¡Qué retorna en la luna débil!. Insólito fragor. De los cristales ahumados. En los pétalos del silencio...¡Cómo cubos plenos!. Esferas agudas, incólume incultura, arrugada nube. Y lo qué entrevea cada cuna. Del humo simétrico. ¡Con la destreza del jade!. Insólito.
¡Dónde la edad se moja volando!. Al fragor del trigal. Con un pequeño anhelo embotellado del filo frecuente. Ayer será, dicen qué dijo, me dices. En la cosecha del rocío ermitaño. Y tal vez entreviesen la tormenta, piensas decirme. Como cada mes fugaz en la mañana. En el cobertizo qué hubieron contradicho. Lo que anuncia una cabaña tímida y tibia.
Del ruido de la noche barrida. Por la risa de los pinos abundante. ¡Dónde se ha perdido el último sabor frío! Por más qué contradiga la calle sigiloso... Dices, pienso. ¡Con el olor del tiempo blando!. ¡Fragor insólito!. En las aves del pañuelo café. Del vaso verde césped. Un huésped, solo. ¡En la sombra qué vibra evidente!. Aún antes qué contradigan las arañas... Del tiempo. Con la mirada del vaso suficiente párpado y retina. Aun después qué contradijeren las telarañas. Ignorantes.
Por el fondo del cabello alegre, al desencantar el descontento. ¡Insólito!____ Como se ha perdido. un cuadro, en el cubo. En el ruido, en la ruta incierta, en la puerta infeliz, al fragor. Del trino imagen, de auroras esbeltas, murmullo frondoso. ¡He quedado, como el forjador de las quimeras malogrado!. ¡Dices!___Qué digo: En el insólito fragor, olvidada la marca inicial. En la montaña de noches donde el silencio anida.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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PRO SENECTUTE __Miguel Antonio Caro ( Colombiano )
PRO SENECTUTE ( Soneto )
Tú, que emprendiste bajo albor temprano la áspera senda con ardiente brío, y ahora, inclinado y con andar tardío, rigiendo vas el báculo de anciano; torpe el sentido y el cabello cano no te acobarden; ni el sepulcro frío contemples con doliente desvarío, de rápido descenso el fin cercano. Fúlgida luz la vista te oscurece; argentó tu cabeza nieve pura; cesas de oir, porque el silencio crece; te encorvas, porque vences la fragura; anhelas, porque el aire se enrarece; llegando vas a coronar la altura.
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Poeta
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LUDIBRIO IMPOLUTO
En esos recuerdos verdes caballos amarillos, asoman el hocico desde el bolsillo del saco que arrastra su pelaje obscuro. Y me dices que los gritos, arrastran las arenas saltando por encima. Si, creo que hay algo de insistencia, tanteando las sorpresas lentamente, en el sonido seco de la madera golpeada, por la mano que nos separa del hastío entre la vertical tormenta.
¡Bueno, en fin, ya hemos llegado aquí!. Lo que fue solo deseo y pensamiento en un principio. De cualquier forma, quiero contarlo, evadiendo las sombras del olvido que tejen las corbatas, y los sillones sin tantas explicaciones. Total... Total... Ya estando arriba, el trepidante silencio es el mayor aliado, cómplice conversando lábil, animado, como estremeciendo de la carne ardores, por esa inmovilidad increíble, que afecta todas, las cosas que han perdido su valor. Parecida a una minúscula campana, gentil copa y sortilegio.
Mira, sucedió así. Caminábamos, pero nos detuvimos y de pronto, la noche selecciona descolgarse de esa luna. Tu sabes que al salir la calle nos rodeaba en aquel momento sin importancia. El tiempo colocaba una placa en cada túnel dentro de una flor, enardecida por la impureza de la realidad en el discurso sin lengua, convite convexo, rebosante y tartufo, del abigarramiento a la turbulencia, disimilitud holgada entre el cuello blanco al compulsar sus verdades, inconexas, asimétricas, en el vapuleo desacorde.
¿Sabes?... No fue precisamente a orillas de la playa, sino que estábamos situados más al fondo de las húmedas paredes, escribía, indudablemente influido por todos los inquietos lápices que se quejaban con amargura de las plumas digitales, con la fina capa de su extrema fugacidad.
Estábamos a solas con el silencio, nunca podré olvidarlo, me decían los pies bajo la tierra, las sandalias entre las nubes, el derrumbe formidable de los valles, y los restos taciturnos, que pueden jurar al cielo absolutamente avecindado, en la máxima injusticia jamás vista, con la diligencia del olvido. Debía ser algo parecido a la muerte. Pienso. Yo sentí su vacío, me lo dijo un cuaderno, antes de darse cuenta de su posición horizontal, y que sólo podía oírse en la atmósfera de un plato, de libros con la voz postrada en la imaginación del tren. Y... sacudiéndose las vías por las espaldas.
Entonces la escala de tiempo a que se sujetaba la vida, casi no hacía más que sonreír después de haberla visto vagar por diferentes lugares sin preocuparse por nadie en sí, en su plan infalible al desandar el camino de la eternidad. Heterogéneo, disgregado, abatido entre galerna, imperturbable, titubeo transfigurando la ordinariez, de aquéllo quejumbroso, y lastimero de su intrínseco escolio, con el apañico desbarro.
Era el camino de la eternidad prolongada en aquel aislamiento, sin advertir la presencia del hombre cerrando las últimas brechas, de la soledad circunspecta, un espolear borrascoso de la exasperante desvergüenza, con la impavidez abrutada, algarada y bureo. Por fuera, el viento calienta las nubes que sudan en la única cosa que puede representar el techo. Inundado con preguntas, y el olor bajo el piso... De la caterva al patíbulo, en la estrechez y el holgorio, proceroso amasijo, antípoda inexcusable por el ensalzar desdeñoso. ¿Porqué conservas la esperanza?, Hay algún premio por ello, en el más allá, me decías. El peso de la vida no se siente. ¿Cómo puedes pensar qué me parece bien todo el mal?. Te dije que no es mejor callar, eligiendo equivocadamente los frascos del elixir que daría la inmortalidad por las monedas aseguradas. Porque pienso a veces, que hoy es lo que ayer fuera, y lo que será mañana lo mismo al descorrer el velo del pasado, talud y garrampa, rapiñar artero recio, inextricable agostado. ¡Vaya pues!.
¿Quién hará por ti, lo qué a ti te corresponde?. Y si no es ahora... ¿Cuándo?. Acaso cuando las golondrinas errantes llamen a los cristales del mal, que pone al sol espuelas penetrantes, a modo de lámpara votiva, y que al mirarla partir, calla y espera. Tu decías que no te gustaba, como aquella tarde que apagaste de reojo en la piel de un flamazo, paseándose bajo la luz del abanico. Y como la pobre flor de ensueño, hecha de gloria falsa, indigesta deslustrada, al inficionar alevoso, se tiñe de anáfora por el rosicler macerado. Verde también, como los cabellos amarillos, dejaron en la memoria su pelaje obscuro.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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SEGURO TE CONMINO
Esperanza. Camina para que dibujes al mar, las montañas en un pez. Cien navíos del desierto aúllan, y anidan una nube, sin espera.
Seguro. Cultivaron unas olas de pestañas amarillas, y unos raudos musgos donde duermen, las miradas del cabello. Un camello vendía coronas y cepillos, y el sol sentía un canguro, que cantaba de rodillas al pasillo, y trepaba en el espejo reflejándose.
Esperanza. Ya no sueñes, que hay patios y campanas, en los ojos del suelo y las paredes, del nuevo lago derraman las cenizas. Nada importa que todo pienses, con la lengua entre pálidas arenas.
Te Conmino Seguro.
Ellos nada saben de la humedad, vestida del guante impasible, ni de hormigas intimidadas, ni elefantes, angustiados, menos, dentro del huevo.
Esperanza. Calla, piensa, gime el espanto, escucha la morada de los huecos, alarga un poco los relojes bocabajo, y planta platos entre las noches, del hambre de las mesas. Ya pasó el ojo entre la paja, y las agujas hacen de una lágrima leyendas.
Seguro Te Conmino.
¡No, no!___No huyas esperanza sin orgullo. Siéntate y reposa en la orilla del llanto, en los párpados del pétalo asustado, en el futuro recién cortado, en el perfil del alba hecha de yeso.
Esperanza. Ve que todo se ha ido. ¡Sin ti!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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EL TIEMPO POSTERGADO ___Ingeborg Bachmann ( Austria ) 1926-1973.
Escritora, poeta y novelista, obtuvo doctorados en filosofía, psicología y literatura. Importante escritora moderna en lengua alemana. Esta es versión de Arturo Parada.
El tiempo postergado
Vienen días más duros. El tiempo postergado hasta nuevo aviso asoma por el horizonte. Pronto tendrás que atarte los zapatos y correr los perros de vuelta a las granjas marismeñas. Pues las vísceras de los peces se han enfriado al viento. Arde pobre la luz de los altramuces. Tu mirada rastrea la niebla: el tiempo postergado hasta nuevo aviso asoma por el horizonte.
Allí se te hunde la amada en la arena, sube por su cabello ondeante, le quita la palabra, le ordena callarse, le parece mortal y dispuesta a la despedida tras cada abrazo.
No mires hacia atrás. Átate los zapatos. Corre los perros de vuelta. Tira los peces al mar. ¡Apaga los altramuces!
Vienen días más duros.
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Poeta
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ANIÑADA MADUREZ
Azul niña el bosque rosa en la voz del nido alado de seda el blanco viento. Hay un silencio perseguir de vuelo. ¡Del sendero plata fresca!. De palabras terminales. Construyendo fuego. ¡Estrofas al cabello del cantante!. Aniñada Madurez Corazón embelesado al fondo. Olor niña, jardín tierno. Color creciendo. De los versos pegando arena. Al gorrión qué al tiempo arropa.
¡Del estrépito el fulgor de transparencia!. Cinco sonrisas como insaciable mina. Derramando néctar trino. ¡Del aliento una esponja!. Orquídea recién fruta.
En la mano que al tedio muerde. La piel del beso en flor. El ruiseñor cambiante del colibrí zenzontle. Con sus cuatrocientos cantos. ¡Alienta los vergeles del alba!. Más allá del pasajero descifrar al valle. De la vigilia un sótano. Cubierta. En la emoción ruidosa. Del verdor. En la rama del ritmo nueva. ¡Fértil!. Sin pasar del desdeño flechas. ¡Hermosura!. Latiendo algodonosa Por ser aquéllo que... El nido carmín columpia. Aquéllo que... El canto naranja teje. Por ser... ¡La voz dónde las pestañas renacen!.
Viendo Al Bosque En copa Venus Al tronco Brindan
Brisas bebiéndose cada pupila palpitando. Del fruto que forja el fierro dulce columna. En la espada total paz brillando tierna. Por el fuego del pilar tibio el filo enfila. Por las manos donde anclan los anhelos. Paralelos al nutrir de la corteza. ¡Acumulando memoria entre las sombras durables!.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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VIDA ESCRITA
Con las letras que desnudan. La escritura del silencio. Más allá... de la carne. En el aire. Más allá... del hueso.
Bosques de palabras. Libros... sin escribirse. Camino y sandalia. En la mirada... temporal. Los incendios. ¡Bajo el agua!
En la lluvia. ¡El tiempo se detiene! En el sueño qué muere. Durmiendo calendarios en las manos. En los años sepultados. ¡Invisibles pasan !
Caballos de luz. Cabellos de sombra. En la inmersión de las estatuas. Por el tiempo... plano y curvo.
Van y vienen. Letras del corazón. Ritmo del aliento. Por el mismo espejo. Del reflejo. Eterno. En una gota. De vida escrita.
Autor: Joel Fortunato Reyes Pérez
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Poeta
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ENSOÑACION EXTRAÑA
De almohada admisible. A veces. En las sórdidas magnolias, han quedado las caricias. Al compás reciente drama, en los trenes erizados de piruetas. Ensoñación de atmósferas, trémulas solares, vendaval angosto.
Porque En las ruinas de caricias, tibias las manos duran humedecidas. En la extraña combustión, de los suspiros almendros azulados. En las blandas tardes acaso, sean los lagos un lírico transporte.
Más Sin rumbo las veredas ceden, quietas al sendero entristecerse Por la vista del delirio, al desvestirse ajeno grácil escondido. Extraña. Lid impenetrable extraña, cada fuego de hostil aguja Al vibrar las hojas del cabello, prendidas en los ojos. Por el ánimo imagen adorable. ¡Un pajar de luna!. En la pradera reflejándose, la nieve gris brisa tibia.
Extraña. Del sonido insondable sonrisa. En el sincero perfume rendido. Las flores manjar congregado.
¡Oh, ensoñación!
En los astros qué las arañas tejen En las cuerdas sutiles encantos ¡Al sabor del efímero besarse! Bálsamo, aterciopelamiento.
¡Extraña ensoñación!.
En la ventisca empalmado Porque.
Del silencio llueven llaves. De lo desconocido. Dulce misterio. Dulce caricia.
Extraña Aurora Añora Año Con Año.
Autor: Joel Fortunato Reyes Përez
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Poeta
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