Cuando te haya perdido para siempre
y en la distancia sólo sea la tibia brisa
que acaricia tu piel en cada atardecer,
recordarás que entre risas me acercaba
en un furtivo instante de tu desnudez
para mi amor confirmarte, con un beso.

Cuando me sientas cerca en tu lucera
besaré tus ojos recordándolos risueños;
cuando a solas con mis recuerdos llores
seré el lino apretujado entre tus manos,
el que seque tus lágrimas de melancolía,
adicto compañero de tu llanto silencioso.

Cuando no pueda volar más por el mundo
con las alas desplegadas y de cara al viento
como las hojas marchitas desapareceré,
perdido, me llevaré tu amor por el tiempo
extrañaré el eco de tu lejana y dolorida voz
llamándome, hasta nuestro nuevo encuentro.


Delalma
Sábado, 19 de marzo de 2011

Observo en la lejanía
el sol se quiere asomar,
entre la niebla despierta el día,
nos sorprende la luz solar.

Allí abrazados pasamos
una noche sin tener en que soñar,
al firmamento le reclamamos,
un amor no se pudo realizar.

Deseamos dormir en la arena
para contar las estrellas del cielo,
el crepúsculo rompió la cadena
dejando solo un revuelo.
Y caminamos jugando
entre marullos y las olas del mar,
en un rincón te seguí amando,
hasta a tus cauces quise llegar.

¿Qué me importa si las estrellas
se quisieron ocultar
en una noche tan bella
y romántica para amar?

El firmamento celoso
solo se quiso callar,
era el testigo silencioso
cuando te amé al despertar.

Julio Medina
18 de marzo del 2011